Escribo estas líneas fuera de la Argentina, lo que es ciertamente una ventaja para nosotros, tan endogámicos, que muchas veces buscamos incesantes festejos faltantes en un país castigado.
No quiero volverme repetitivo ni caer en lugares comunes sobre la cepa emblema de nuestro país. Tampoco repetir lo que podrá leer en miles de artículos que se publicarán estos días. De alguna manera, tenemos que empezar a convertir nuestro éxito malbequiano en valor real.
Para ser claro. La mayoría del planeta vinos apenas sabe que en la Argentina hay algo que se llama Malbec. El varietal nos ha puesto por lo menos en una vidriera, minúscula aún, pero vidriera al fin.
No perder el eje
Primero que nada necesitamos imperiosamente que sean los propios consumidores argentinos quienes entiendan cómo es el Malbec y qué tiene de diferente con respecto a otros vinos del mundo. En la medida en que sigamos pensando que el consumidor interno tiene que probar lo que “queda” o lo que “pueda”, estaremos tirando por la borda una de las principales fortalezas que tiene la Argentina. Esto abarca el tema de precios también.
Segundo, esto no se trata de una bodega o un enólogo, de suerte que cuando nombramos Argentina aparece la palabra Malbec. Entiendo que es gratificante que te den puntos, ganar concursos o tener muchos likes en redes, pero así la “Argentina, tierra de vinos” seguirá quedando lejos.
Tercero y fundamental, es imperioso empezar a comunicar la zonas y no perder la vista con otras cuestiones: hablar de otros varietales, estilos o demás cosméticas. Es necesario hacer saber que Malbec es el emblema de toda la Argentina y se expresa según su lugar. Y listo.
La verdadera oportunidad
Argentina fue bendecida por el Malbec. Es tierra bendita para muchas cosas, que la mayor parte de las veces nos encargamos de destruir.
En la actualidad le toca una bendición más. Tener un terreno acorde y un clima prevaleciente para el cultivo orgánico, natural, biológico o biodinámico, quizá la principal demanda de productos de valor en el mundo.
El Malbec, además de poder competir en precios y mercados con gran valor, con vinos internacionales, puede tener esta ventaja competitiva sobre otros productos. Algunos ya empezaron y están viendo los resultados.
Entonces dejemos en limpio: Malbec, y más Malbec, las zonas de la Argentina y las condiciones naturales para producirlo. No es tan difícil. Solo hay que poner la casa en orden. Y Felices Pascuas. Y Feliz día del Malbec.