Llegar a jugar en las grandes ligas ha sido todo un logro para Mendoza en materia de enoturismo y vinos. Pero como bien dice la frase, “lo difícil no es llegar, sino mantenerse”. Y pienso que para seguir estando, hay que planificar.
Son varios factores que hacen que un destino turístico se transforme en referencia mundial. Y uno de ellos, sin lugar a dudas es que los locales los conozcan mejor que nadie. Es imposible pensar en un francés que desconozca de sus quesos o sus baguettes o que un italiano no sepa con qué combinar un buen aperitivo.
Luego del cierre total, producto de la cuarentena y de las restricciones, el turismo del vino tuvo que mirar obligado al turista local. Sobre todo para mantenerse. Hoy, la situación “vuelve a la normalidad” y la mayoría de las opciones para los locales pasan a estar en la vidriera de lo inaccesible. O accesible para muy pocos.
Sí, ya sé eso de la oferta y la demanda, o que es un producto pensado para “otro público”, o que hay gente que viene y lo paga. Pero el punto es que todo eso no construye un verdadero destino turístico, y de manera particular un turismo del vino. Todo lo contrario.
Y si además ponemos la lupa…
En cierta forma y producto del trabajo en el que estoy enfocado tengo el enorme privilegio de recorrer muchas de las propuestas que conforman las opciones turísticas de Mendoza. ¿Es mejor que el de todas las provincias argentinas, con excepción de CABA? Si. ¿Hay más de 5 lugares que realmente se pueden recomendar a ciegas? Si. ¿Eso te transforma en un destino top mundial? Claramente no.
Hay muchos lugares (propuestas de alta gama) que son demasiados pretenciosos en el precio. Muy por encima de la media mundial y con fallas claras de servicio, de insumos y de detalles. Sobre todo de detalles, que son los que marcan la diferencia en el segmento más alto.
Y tampoco hace falta que lo diga este periodista, basta con recorrer las plataformas de turismo más reconocidas y darle una mirada a los comentarios. Así como hay sitios que responden a las demandas, una gran cantidad no. Y esa disparidad es por lo menos riesgosa.
Con el paisaje se cura, se come y se educa
La ansiedad de que llegue el turismo internacional se percibe en el aire. Las velas a los santos siguen prendidas esperando que de una vez por todas lleguen los ponderados billetes verdes y de cabeza grande.
Y si. Vienen por el paisaje, que está ahí y es increíble. Y por el vino, que está ahí y también es asombroso. ¿Y lo demás? Bueno acompaña. Y siempre será perdonado. ¿Será?
Siguiendo con la misma metáfora, lo más grave es que mientras el parisino lleva la baguette bajo el brazo o el italiano disfruta de un aperitivo con antipasti en una terraza de la Toscana; Acá, en Mendoza (Capital Mundial del Vino), la mayor parte de los mendocinos rockea o trapea en el patio cervecero más cercano.
