“El silencio es oro y la palabra plata”, dice un antiguo proverbio italiano, que lamentablemente ahora hemos olvidado casi por completo… Sin embargo, esta es una regla que deberíamos recordar más a menudo, especialmente en un mundo en el que las herramientas de comunicación se han multiplicado y las posibilidades de transmitir un contenido se han vuelto innumerables.

Pero ¿cómo, un comunicador dice callar?

Sí, todos debemos reivindicar el valor del silencio, para poder seleccionar con mayor cuidado la información y las noticias que merecen ser contadas y puestas en conocimiento de los demás: una suerte de limpieza de cerebro, que a cada uno de nosotros se le llama , a su pequeña manera, para hacer en sí mismo en primer lugar.

En cambio, por desgracia, en el ruido de fondo en el que ya estamos acostumbrados a vivir, suelen revolcarse noticias falsas (las llamadas fake news), mensajes tendenciosos, instigadores del odio y, en general, contenidos que no aportan ningún valor añadido a nuestra vida.

Quizá sea precisamente por la cantidad redundante de información a la que estamos sometidos a diario, que la capacidad de atención de cada individuo se haya ido mermando de forma monstruosa y progresiva.

El poder del mensaje

Es sobre este sustrato de noticias variadas, chismes, videos de todo tipo, fake news, ballets, etc., entonces, que para emerger, para hacer oír realmente tu voz, debes reinventarte constantemente: tener algo importante que decir y encuentra tu propia línea de comunicación, incisiva y capaz de romper la mente y el corazón de nuestros lectores, nuestros seguidores, nuestros fans, nuestros clientes…

Elegir su propio estilo, seleccionar cuidadosamente el contenido alrededor del cual desea construir y desarrollar su comunicación son tareas importantes, que a menudo es bueno delegar en alguien externo a su empresa. Alguien que también pueda identificarse con el lector, el espectador, que no forme parte de la propia empresa, pero que entre en contacto con esa empresa y la conozca suficientemente.

También elige estar en silencio… ¡Esto es importante! No tener que “dar tu opinión”, especialmente cuando no puedes agregar nada relevante o útil para un contexto dado. “Mientras hables de eso”, en una época en la que todo el mundo habla (muchas veces tonterías), ya no hace falta, al contrario… A veces hace más ruido un silencio consciente, de mil cháchara inconsciente y sin sentido.

Para cualquiera que, como yo, ame el teatro, piense en cuánto silencio en el escenario puede, según el momento y el contexto, ser “pesado”, importante, divertido, lleno de significados…

Crea valor… o calla

Los innumerables medios (redes sociales en primer lugar) permiten el desarrollo de interacciones incluso con personas que no se conocen (y quizás nunca se conocerán) en vivo. En las relaciones, ya sean presenciales o virtuales, la claridad debe jugar un peso sumamente relevante, sin perder de vista el objetivo fundamental: crear valor.

Si no creo valor para las personas que están a mi alrededor y que interactúan conmigo de diversas formas, ¿qué sentido tiene esa relación?

Aquí el mensaje está (o al menos debería estar) cada vez más en el centro de nuestras acciones, en una sociedad multiétnica que debe tener en cuenta diferentes interpretaciones posibles, algunas de las cuales a veces son muy diferentes de las intenciones originales del autor.

“Antes de hablar, pregúntate si lo que vas a decir es verdad, si no perjudica a nadie, si es útil y, finalmente, si vale la pena perturbar el silencio por lo que quieres decir”. (Buda)

Pero ojo: si por un lado el silencio puede ayudarnos a esclarecer nuestros pensamientos, permitirnos escucharnos “adentro” y seleccionar lo que vale la pena sacar “afuera”, por otro lado también puede ser una herramienta capaz de alienar personas y crear divisiones.

El silencio, de hecho, puede construir muros y permitir malentendidos y diferentes puntos de vista para apropiarse de espacios que una comunicación lo más clara e intelectualmente honesta posible no habría dejado desatendidos.

Aquí, entonces, ese silencio puede ser visto también como el Jano de dos caras de la comunicación: un compañero esencial, en el caos cotidiano, para restablecer el orden y permitir una cuidadosa selección de los conceptos a expresar, pero también, si no se controla, un enemigo peligroso de las relaciones mismas…

Una herramienta para conocer, reevaluar y aprender a utilizar, con sabiduría y sin excesos.